El regreso de Don Quijote

Autor: G. K. Chesterton

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Lo que está mal en el mundo

G. K. Chesterton

En su obra Lo que está mal en el mundo Gilbert Keith Chesterton, con su habitual estilo sarcástico, le da un repaso a la sociedad post victoriana en la que vive y, desde su perspectiva católica, analiza los puntos sustanciales que considera dignos de crítica.

Con un lenguaje periodístico y manifiestamente irónico, el autor recorre todos los aspectos humanos de la idiosincrasia británica, desde el fenómeno sufragista al socialismo, pasando por la educación, el clasismo, el capitalismo, el evolucionismo y un sinnúmero de ‘-ismos’ hasta llegar a las paradojas de un mundo que para él es más contradictorio que el anterior.

Estamos ante una obra fundamental para entender el país, la época pero, sobre todo, para disfrutar de la prosa de un autor que no ha perdido la vigencia merced a su estilo y temáticas.

El hombre que fue jueves

G. K. Chesterton

El hombre que fue jueves es una novela publicada en 1908.

Aunque trata del anarquismo, la novela podría considerarse como una exploración, no necesariamente una refutación, de la filosofía anarquista; de hecho, podría tomarse como una especie de intento novelado de rebelión contra Dios y, como tal, estar basado en muchos aspectos del existencialismo o del nihilismo.

Así y todo, como en casi todas las ficciones de Chesterton, es fácil hallar mucha alegoría cristiana.​ Chesterton, devoto cristiano protestante durante esta época, sufrió de depresión durante gran parte de su vida y reivindicó más tarde haber escrito este libro como una afirmación inusual de que la divinidad y la justicia estaban en el corazón de cada aspecto del mundo.

Esperó que el libro sirviera como un aliento para sí mismo y para otros miembros de su familia que también tenían ciertas tendencias melancólicas.

El hombre que sabía demasiado

G. K. Chesterton

Chesterton cuenta en su libro El hombre que sabía demasiado, un suceso extraordinario que entrelaza las vidas de los dos protagonistas, Horne Fisher y Harold March.

El primero es un personaje culto con un extraordinario don para resolver misterios y March es un joven periodista político. Mientras conversan cerca de un arroyo a la espera de reunirse con el ministro de economía en una casa de campo, son testigos de un extraño accidente de coche.

Cuando se acercan a comprobar los daños se encuentran con el cuerpo del conocido parlamentario inglés Humphrey Turnbull, que no ha muerto en el choque sino por un disparo calculado milimétricamente. Este acontecimiento une los caminos de Fisher y March, quienes se verán envueltos en diferentes tramas relacionadas con crímenes, espionaje, robo de reliquias históricas y operaciones secretas para dar caza a un mítico ladrón.

El hombre eterno

G. K. Chesterton

El hombre eterno es un ensayo histórico en dos partes sobre la humanidad, Cristo y el cristianismo, publicado en 1925. Mientras que en Ortodoxia Chesterton destaca su propio viaje espiritual, en este libro trata de ilustrar el viaje espiritual de la humanidad.

Chesterton comienza de la siguiente manera: «Hay dos formas de llegar a casa, una de ellas es permanecer en ella y la otra es caminar a través de todo el mundo hasta que volvamos al mismo lugar, El Hombre Eterno está dirigido para aquellos que no han logrado llegar a casa de la primera forma, invitándoles a que se aproximen a casa de la segunda manera.

El objetivo de este libro, en otras palabras, es que la mejor cosa siguiente a estar realmente dentro de la cristiandad es estar realmente fuera de ella.»

El candor del Padre Brown

G. K. Chesterton

El Padre Brown -el famoso cura-detective creado por Chesterton e inspirado por el Padre O’Connor, sacerdote al que el autor conoció en 1909 y con el que mantuvo la amistad más cercana y fecunda de toda su vida- es un sacerdote católico que se adentra en los terrenos del crimen con la misma serenidad y santa simplicidad que en el confesionario.

En El candor del padre Brown Al hilo de las más complicadas tramas policíacas, Chesterton desgrana sus ideas sobre el alma humana, la política y la sociedad de la época, la pobreza y la riqueza, la religión y el ateísmo, la fe y la razón, las confesiones cristianas, y en particular el catolicismo, sin ocultar en ningún momento las razones que le llevaron a adherirse vivamente a este último.